Mesa de trabajo por la soberanía en las Islas Malvinas, Georgias del
Sur, Sándwich del Sur, mares adyacentes, Antártida Argentina y por el
relevamiento de nuestras Debates
Malvinas: la falaz constitución Falklands que no es ni será…
Por Pablo Crocchi, 1° de diciembre de 2008
"Una verdad por todos ignorada no
se vuelve falsa ni una mentira consensuada por multitudes se transforma en
verdad." Mahatma Gandhi
Se enseña en
universidades la falacia histórica que establece como origen de las
Constituciones a
Ese documento pomposamente llamado "Orden
de Constitución de las islas Falklands 2008" que entrará en vigor
el 1° de enero de 2009, es otra falacia jurídica de la corona británica. Se
trata en realidad de otra Carta Patente o Decreto Real donde arbitrariamente
reconoce -y desconoce- derechos a sus "súbditos". El Reino Unido de
Gran Bretaña -sujeto a la corona inglesa-, es el único Estado europeo que no
tuvo ni tiene Constitución escrita: su sistema jurídico se basa en
colecciones a través del tiempo de Cartas Patentes (decretos Reales como las
Cédulas Reales que padecimos en la era virreinal), donde la corona manifiesta
sus reales caprichos, a veces bajo presión de los súbditos y otras a su antojo,
según relación de fuerzas. Los británicos deberían preocuparse por obtener una
auténtica Constitución que garantice sus derechos a futuro, pues si esta Reina
ha sido moderada en el frente interno –tal vez por instinto de supervivencia-,
a futuro otros monarcas podrían no serlo.
Este documento (que declara reconocer ciertos
derechos a los isleños sin reconocer otros solicitados) no es una Constitución
sino otra maniobra para fastidiar y provocar a los argentinos, pues consolida
la situación colonial reconociendo como británicos a ciertos pobladores –no a
todos- que hasta hoy eran considerados “ciudadanos commonwealth”: una especie
de “siervos de la gleba” sin derecho a propiedades y otras bajezas propias del
despotismo explotador anacrónico. Existen monarquías constitucionales, como
España o Suecia, que cuentan con su ley fundamental escrita, emanada de una
Convención o Asamblea o Parlamento convocado a ese efecto con amplio consenso
popular. Esa Ley escrita y aceptada concede a esas coronas roles y
atribuciones del poder político, estableciendo límites y delegando funciones,
pues los pueblos son la fuente de legitimación del poder en los sistemas democráticos,
poder que delegan pero que no abdican. Esta concepción es la que impulsa
La tradición absolutista aún vigente de las
dinastías inglesas -que se apoderaron de la corona en Gran Bretaña sometiendo a
Gales, Escocia e Irlanda-, sigue siendo más propia de un emperador persa del
siglo V antes de cristo que de un estado Moderno que ingresa al tercer milenio.
De esta manera la corona seguirá nombrando al gobernador en nuestras Islas
Malvinas (así como Darío o Nabucodonosor designaban a sus Sátrapas) y
continuará decidiendo sobre la administración de yacimientos petrolíferos y
otros recursos naturales, que es lo único que verdaderamente le interesa. De
esta forma el novedoso Poder Ejecutivo local elegido por los isleños, será un
simple intendente que deberá conformar a los escasos electores de esa escasa
población con mantener limpias las calles, promover el turismo y otras
nimiedades, mientras otros en Londres deciden su destino. Es decir, la resonada
supuesta Constitución ratifica la situación colonial denunciada por
Lo curioso es que si fuese sometida a
plebiscito por Sí o por No entre los pocos isleños en capacidad
de votar, es muy probable que se impusiera el No, ya que el texto
de este Decreto Real defrauda una vez más las ingenuas
expectativas de los isleños, quienes aspiran a un Estado seudo-independiente
commonwealth de menos de 1.800 habitantes nativos. Pero la avidez de esa corona
por los recursos naturales de la región -y su temor a perderlos-, la llevó a
ofrecerlos como Territorios de Ultramar a los países miembros de
En el período en que no mantuvimos relaciones
diplomáticas con Gran Bretaña [años
Y ellos lo saben…