Soberanía
Malvinas
La
necesidad de definiciones contra la ocupación colonial británica
Por Eduardo Mariano Lualdi
Coordinador Nacional del Foro Patriótico y Popular
24 de junio de 2011
“… el que suscribe no
puede tener duda que, cuando las reales circunstancias del caso sean
comunicadas al Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, aquél
Gobierno no cuestionará más el derecho de Soberanía que ha sido ejercido por Su
Majestad, que indudablemente pertenece a la Corona de Gran Bretaña” (Lord Palmerston a
Manuel Moreno, 8 Enero 1834)
Hace pocos días
se conocieron las declaraciones del primer ministro británico David
Cameron, donde afirmó, durante la sesión semanal de preguntas en la
Cámara de los Comunes, lo siguiente:
“Mientras las islas
Falkland (denominación del usurpador de las Islas Malvinas) quieran ser
territorio soberano británico deben seguir siendo territorio soberano
británico. Punto. Final de la historia”
Estas declaraciones han
puesto de relieve que no existe ninguna voluntad de negociación de parte del
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte: como ocurre desde la primera
ocupación en 1833 y ahora desde la segunda de 1982; el colonialismo británico
jamás consideró alguna forma de negociación que abra el camino para la restitución
de la soberanía sobre nuestros territorios australes.
Nadie puede sentirse
sorprendido. El Reino Unido planifica sus objetivos como potencia colonial e
imperialista y actúa en consecuencia. La dirigencia colonial británica se
proyecta en centenios y no actúa movida por acciones
meramente inmediatas. Estamos hablando de la que fuera una gran potencia
colonial, de enormes recursos políticos y diplomáticos para conquistar sus
objetivos imperiales.
Un pequeño ejemplo de
esto último proviene precisamente de quien efectuó la contestación de
Cuando Inglaterra ocupó
nuestros territorios en 1833, lo hizo sabiendo la importancia del control del
paso interoceánico Atlántico Sur – Pacífico Sur y que ese dominio le
garantizaba un punto de apoyo para sus objetivos geoestratégicos en America del
Sur en donde tenia (y tiene) importantes intereses. Y cuando nos hizo la guerra
en 1982, lo hizo sosteniendo aquel postulado geopolítico de 1833 y agregando su
decisión de controlar la puerta de la Antártida y nuestra Patagonia. Desde
Malvinas también, el Reino Unido consolida sus posiciones hacia la otra gran
orilla del Atlántico, el continente Africano.
Con el respaldo de la
Unión Europea avanzó en sus pretensiones colonialistas presentándose como país
ribereño en el Atlántico Sur en la Comisión de Limites de las Naciones Unidas,
obteniendo así un claro triunfo político.
Las declaraciones de
Cameron dejan en ridículo los argumentos de la diplomacia argentina que viene
sosteniendo desde 1989 como un “triunfo” argentino, la imposición del paraguas
británico de soberanía y el control de policía de nuestras FF.AA. aceptados en
los llamados Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 y febrero de 1990
respectivamente. A esos Acuerdos les siguieron otros, públicos y secretos, tan
lesivos como los mencionados y que fueron consolidando la presencia británica
en el Atlántico Sur. Hoy el Reino Unido con el respaldo de la UE, aspira a
colonizar más de cinco millones de kilómetros cuadrados y respalda esta
decisión estratégica en la más importante base militar inglesa en estas
latitudes la base de Mount Pleasant
que se articula con otras de la OTAN.
Cameron solo expuso
crudamente lo que es una política de Estado de parte del Reino Unido: la
ocupación colonial de nuestros territorios australes para transformar el
Atlántico Sur en un lago británico y poseer una plataforma de acción
inmejorable para el control y dominio de la Antártida y el subcontinente
suramericano. La presente crisis económica en curso, que señalamos como prolongada
y de efectos devastadores, avanza afectando a Europa en su conjunto, incluida
Gran Bretaña. La economía de EE.UU. no reconoce una mejora efectiva y sostenida
que aleje los efectos sombríos de la crisis iniciada en 2007. Los hechos
demuestran que se trata de una crisis que supera a las conocidas anteriormente,
incluida la de 1930. Y las potencias mundiales planifican en un mundo en el que
predominara la disputa por los recursos y los espacios estratégicos. La doctrina
de la guerra preventiva de EE.UU. es expresión de estas necesidades de
conquista de recursos naturales y espacios en todo el mundo.
Argentina, desde 1982,
siguió una política de sumisión frente a la ocupación colonialista inglesa. Su
más descompuesta versión fue la del ministro Di Tella,
quien ridiculizó a la Nación Argentina con su política de “relaciones
carnales” como política exterior y de “seducción y ositos winnie pooh” para los kelpers. Entre otras muchas medidas, la Argentina retiró de
la Asamblea General de las Naciones Unidas el tratamiento de la cuestión
Malvinas en donde siempre resulto favorable incluso en 1982 -y hasta 1989-, y
redujo el reclamo al Comité de Descolonización o Comité de los 24, organismo de
las Naciones Unidas de rango subalterno y sin poder de resolución alguno. Hace
apenas días, nuevamente la Argentina se hizo presente en dicho Comité con
resultados similares a los que se suceden año tras año. Allí Argentina no tiene
mucho para ganar -como lo demostró recientemente la visita a Buenos Aires del
Presidente del Comité- y Gran Bretaña nada para perder.
De Néstor Kirchner a
Cristina Fernández de Kirchner, el discurso oficial fueron rotando: de la “cobarde
agresión argentina contra el Reino Unido” del primero, a la
caracterización de guerra justa de su esposa, luego.
Pero ese viraje de
Cristina Fernández de Kirchner no es acompañado por medidas que afecten
realmente los intereses económicos, diplomáticos y militares del Reino Unido.
Por el contrario, muchas medidas benefician los intereses británicos, como fue
en su momento, la concesión del principal yacimiento petrolífero en territorio
continental (nos referimos a Cerro Dragón) hasta el
Cameron ha despejado
por propia boca toda duda en cuanto a que piensa el colonialismo inglés sobre
una negociación con Argentina: no lo consideraron, no lo consideran ni lo
consideraran en el futuro. El
colonialismo es la verdadera política de Estado para esa potencia imperialista.
Y quienes realmente manejan el poder en Gran Bretaña, saben que EE.UU. nunca
abandonará a su aliada estratégica. Ya conocemos las nefastas consecuencias de
ilusionarse con la “neutralidad” de EE.UU.: en 1982 diplomacia, logística,
inteligencia, etc., robustecieron la capacidad militar del imperialismo inglés
para asegurar la derrota de la Argentina.
Al colonialismo inglés
no se lo va a desalojar de nuestros territorios con declaraciones, “paper”, ni Resoluciones. Todos ellos son necesarios
pero nunca determinantes. Apoyándonos en la más amplia unidad americana, esa
que Perón sintetizó “del Río Grande al Polo Sur”, es decir, con el trazado de
una política continental frente a los enemigos externos de la Argentina y la
región, se hace indispensable tomar medidas que golpeen “la víscera más
sensible del imperialismo inglés”, su bolsillo. Y en esa unidad americana
de la que hablaba Perón, también diseñar una estrategia antártica continental.
Ocupadas las Malvinas y controlado de hecho el Atlántico Sur por el imperialismo
inglés, bajo el paraguas de la UE y el Acuerdo de Lisboa, y con la asistencia
de la IV Flota de EE.UU., la soberanía nacional (y por ende suramericana ) en
la Patagonia, el Atlántico Sur, archipiélagos australes y Antártida, esta
gravemente comprometida.
Cameron ha demostrado
que las palabras y las fotos, son solo palabras y fotos, frente a la
prepotencia colonialista británica. El gobierno actual y todos los candidatos
que aspiran a ejercer la máxima magistratura de la Nación, deberían informar al
pueblo que medidas efectivas van a tomar para garantizar la soberanía nacional
en todo el Atlántico Sur y la Antártida, y abrir un curso firme y seguro de
reconquista de nuestros territorios usurpados. Como dijimos en alguna
oportunidad, la Nación Argentina debe prepararse, prepararse y prepararse,
para reconquistar, lo que le pertenece, del modo y en el momento que sea
conveniente.