Opinión
Aproximación a
la crítica de la propuesta probritánica de 17 “intelectuales” (1)
Malvinas: ¿una visión alternativa?
Eduardo
Mariano Lualdi
Perduellis: En la antigua Roma, se
llamaba "perduellis"
al enemigo interno de la Patria.
Cipayos: Los cipayos eran soldados indios que servían
en el ejército de la Compañía británica de las Indias Orientales bajo el mando
de oficiales británicos para sostén del dominio colonial británico.
Un grupo de 17
ciudadanos (1) han publicado una declaración profusamente difundida, en la que
pretenden mostrar una visión alternativa de la Cuestión Malvinas. Proponen
“abdicar de la intención de imponerles (a los isleños) una soberanía, una
ciudadanía y un gobierno que no desean” (…). “Es necesario poner fin hoy a la
contradictoria exigencia del gobierno argentino de abrir una negociación
bilateral que incluya el tema de la soberanía al mismo tiempo que se anuncia
que la soberanía argentina es innegociable”.
Cuestionan la
importancia de la Causa de Malvinas, así como su escasa relación con los
grandes problemas políticos, sociales y económicos que nos aquejan.
Consideran
injusta (y en esto coinciden con la Sra. Presidente) la Recuperación de
nuestros territorios el 2 de abril de 1982.
Cuestionan el
carácter de irrenunciable de la causa Malvinas y reivindican el derecho kelper a la autodeterminación. Dicen que los habitantes de
Malvinas deben ser reconocidos como sujeto de Derecho. Sostienen que respetar
su modo de vida, implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía,
una ciudadanía y un gobierno que no desean.
Dicen: “La
Historia, por otra parte, no es reversible, y el intento de devolver las
fronteras nacionales a una situación existente hace casi dos siglos –es decir:
anterior a nuestra unidad nacional y cuando la Patagonia no estaba aún bajo
dominio argentino– abre una caja de Pandora que no conduce a la paz.” O sea:
dan a los kelpers el carácter de pueblo autóctono comparándolos con los
inmigrantes que vinieron a radicarse aquí integrándose y reconociendo la
existencia de la República Argentina y, peor aún, comparándolos con los pueblos
originarios.
En síntesis:
a) Consideran a Malvinas una causa injusta o “prescripta”, b) Consideran a la
Guerra por la Recuperación de nuestros territorios como injusta y c) Consideran
a la causa de Malvinas como una causa “renunciable”.
Afirmamos
rotundamente que este documento expresa
de manera minuciosa la posición de los colonialistas ingleses. Más no
podría pedir el Gobierno colonialista imperialista británico.
“Malvinas:
una visión alternativa” es un
documento que pretende constituirse en orientación para una política de Estado
para la cuestión Malvinas.
El articulo “¿Son
realmente nuestras las Malvinas?” de Luis Alberto Romero del 14 de febrero
del corriente publicado por La Nación, fue el disparador de la convocatoria del
grupo firmante de dicho documento.
“Malvinas: una visión
alternativa” aborda distintas
cuestiones vinculadas a la cuestión Malvinas; muchas de ellas, a lo largo de
estos años, las hemos abordado, y las hemos sintetizado en la proposición:
Malvinas es 1) causa justa, 2) guerra justa y 3) derecho irrenunciable. (Ver La
cuestión Malvinas, una realidad vigente, diciembre de 2012). El argumento
central es la invocación al Derecho a la Autodeterminación de los kelpers
(falklanders
según los firmantes), caracterización que pretende mostrarse como un desarrollo
teórico de la cuestión nacional, la libertad y la democracia de cara al siglo
XXI, y que, como veremos, solo reedita y amplifica la argumentación histórica
británica sobre Malvinas.
Sobre la argumentación británica de autodeterminación
para los kelpers
El derecho de libre
determinación de los pueblos o derecho de autodeterminación es el
derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su
desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin
injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad. Documentos
internacionales como la Carta de las Naciones Unidas, Pactos Internacionales de
Derechos Humanos incluyen la autodeterminación. También numerosas resoluciones
de la Asamblea General de la ONU hacen referencia a este principio y lo
desarrollan: por ejemplo, las resoluciones 1514 (XV), 1541 (XV) ó 2625 (XXV).
El punto es si los kelpers son un pueblo o una
población transplantada por el ocupante colonial, es
decir, Inglaterra en nuestro caso.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, se aceptó que los
pueblos con identidad cultural y conciencia nacional eran acreedores al derecho
de soberanía. Ese criterio se tradujo en un principio de derecho internacional:
"la voluntad soberana de un pueblo colonizado extingue cualquier derecho
que la metrópoli haya podido ganar mediante la colonización". Se trataba,
en general de pueblos preexistentes, que habían sido sometidos por un poder
extraño, lo cual no ocurre en las Malvinas, donde no hay una disputa sobre el
estatus político, entre la población colonial y la metrópoli.
El problema consiste, en determinar quiénes son los
sujetos de este derecho.
Se entiende por pueblo, en el derecho internacional en
líneas generales, a un grupo étnico dotado de características diferenciales
objetivas que le dan personalidad y también de conciencia de esa personalidad
diferencial. Se utilizan en este caso los términos nacionalidad, pueblo y
etnia, que admiten muchas definiciones, pero, de todos modos, se diferencian
claramente de población que, en derecho internacional, se define como el
conjunto de personas que están sometidas a la jurisdicción personal del Estado.
La población británica de las Malvinas no tiene ninguno
de los rasgos diferenciales que permitan considerarla una nacionalidad o una
etnia, es decir, un pueblo diferenciado. No tienen idioma propio, cultura
distintiva ni hábitos psicológicos reflejados en una comunidad singular. No son
un pueblo originario de las islas, colonizado por el invasor británico. Por el
contrario, son ellos mismos agentes de colonización.
En síntesis, no existe ninguna nacionalidad, etnia ni
pueblo que pueda denominarse kelper o falklander; no existe ningún idioma ni ninguna cultura
propia de los habitantes de Malvinas. Existen británicos pobladores de las
Malvinas, que siempre manifestaron su voluntad de seguir siendo británicos. En
la actualidad tienen una particularidad: sólo alrededor de un tercio de la
población de Malvinas es descendiente de los primeros ocupantes trasplantados,
el resto son funcionarios de la administración colonial, provienen de otras
colonias inglesas, o son trabajadores de países latinoamericanos. Además, hay
un civil por cada soldado inglés. Y, desde 1983, tienen el carácter de
ciudadanos ingleses (los descendientes de ingleses).
La segunda condición para que un pueblo pueda tener
derecho a la autodeterminación, es la de no afectar total o parcialmente la
unidad nacional y la integridad territorial de un país, ya que todo intento de
hacerlo sería incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las
Naciones Unidas (Resolución 1514 (XV), 6.). Con respecto a la integridad
territorial de la Argentina, una solución que fuera contraria al reconocimiento
de sus derechos de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes la
afectaría gravemente.
Como se verá fue la propia Inglaterra la que aceptó el
carácter colonial de su ocupación en Malvinas.
El reconocimiento
inglés de su ocupación colonial de Malvinas. Resolución 1514.
Como
era de prever en 1945, las grandes potencias colonialistas no estaban
dispuestas a entregar sus colonias. La Conferencia de San Francisco de 1945
estableció pautas referidas a la situación de aquellos “territorios no autónomos” bajo dependencia de las potencias
imperialistas. Surgieron, entonces, las normas contenidas en el Capítulo XI de
la Carta de la ONU bajo el título de Declaración sobre Territorios no
Autónomos. En observancia del artículo 73 e), Gran Bretaña incluyó, en
En
1946 Gran Bretaña comenzó a enviar a la ONU, a título informativo, datos sobre
las condiciones económicas, sociales y educativas de Malvinas, tal como exigía
lo establecido en el artículo 73 de las normas indicadas y Argentina hizo
conocer a ONU, como ya lo había hecho en el pasado, su reserva de soberanía
sobre el territorio. Anualmente la Argentina, a través de las Asambleas
Generales recordó sus derechos sobre las Islas dejando constancia de que la
información que proporcionaba el Reino Unido con relación a las Islas Malvinas
en nada afectaban la soberanía argentina sobre dicho territorio y de que la
ocupación que detenta el Reino Unido es en virtud de un acto de fuerza, jamás
aceptado por el gobierno argentino.
El 14 de Diciembre de 1960, la Organización de las
Naciones Unidas aprueba la resolución 1514,
denominada "Declaración sobre la
concesión de independencia a los países y pueblos coloniales", que establece que “todo
el intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la
integridad territorial de un país, es incompatible con los propósitos y
principios de la Carta de las Naciones Unidas”. El
propósito de esta declaración fue poner fin al colonialismo en todas partes y
en todas sus formas.
La Asamblea General aprobó el 27 de noviembre de 1961
la Resolución 1654 (XVI). En la misma no sólo se reiteran y reafirman los
objetivos y principios de la Resolución 1514 (XV) también se decide crear un
Comité Especial. Inicialmente, éste contaba con 17 miembros, pero en 1962 por
resolución 1810 (XVII) se lo amplió a 24 integrantes. Así quedó establecido el
"Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la
aplicación de la Declaración la Concesión de la Independencia a los países y
pueblos coloniales" (abreviado: Comité Especial de los 24), que incluye a
las Islas Malvinas en la isla de territorios a descolonizar.
A
partir de la esta declaración, la Organización de las Naciones Unidas pidió a
los Estados Miembros que indicaran las posesiones coloniales que estaban
dispuestos a descolonizar. Gran Bretaña, al efectuar la presentación
pertinente, incluyó, por propia determinación, en una lista de 43
territorios que se obligaba a descolonizar, las Islas Malvinas. Este hecho
significó:
1-
Que el gobierno Inglés no considera a las Islas Malvinas como parte integrante
del Reino Unido, sino como una colonia.
2-
Que se obligó ante las Naciones Unidas a descolonizarlas.
Es
decir, la lucha por nuestra soberanía en Malvinas es parte de la lucha contra
el crimen del colonialismo. Crimen de lesa humanidad. Fueron los mismos
británicos quienes introdujeron a Malvinas en la Resolución, aceptando la situación
colonial de la que eran responsables.
La Resolución 2060 de las Naciones Unidas
En 1964 la Argentina inició una acción diplomática
tendiente a lograr una resolución de las Naciones Unidas específicamente
referida al tratamiento de las Islas Malvinas y sus dependencias.
El representante argentino ante la ONU era el Dr. José
María Ruda. El objetivo argentino era: a) Obtener el restablecimiento de la
unidad territorial de la Argentina, mediante el reconocimiento de los derechos
soberanos sobre las Islas Malvinas, resolución 1514 (XV); b) Oponerse a todo
intento que por vía de la autodeterminación de los colonos de dichas islas, se
propusiera una independencia o cualquier otra solución constitucional que
convalidara el despojo; c) Conseguir que el subcomité III recomendase
específicamente la adopción de alguna resolución que abriese camino hacia el
primero de esos objetivos.
Como contrapartida la representación británica puso
acento en que la mayoría de los pobladores eran descendientes de colonos
británicos, que "los isleños habían hecho saber claramente que no querían
la independencia" y que se oponían "a toda asociación constitucional
con una Potencia extranjera". Además, que este deseo lo habían expresado
en varias oportunidades (Carta al presidente del Comité Especial y miembros
elegidos del Consejo Legislativo de las Islas). El británico agregó que
"el Reino Unido no tenía duda alguna en cuanto a su soberanía respecto del
Territorio de las Islas Falkland". Más aún, subrayó que "la petición
del representante de la Argentina de participar en los trabajos del Subcomité
constituía una intervención en los asuntos de este Territorio, en el que la
Argentina no tenía ningún interés legítimo". Por lo tanto, las
pretensiones de soberanía de la República Argentina sobre las Islas Falkland
eran una tentativa de anexarse esas islas a despecho de los deseos e intereses
claramente expresados por el pueblo del Territorio, deseos e intereses cuya
primacía estaba reconocida por la Carta de las Naciones Unidas y por la
Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos
coloniales [Res. 1514 (XV) inc. 2 y 5]
Finalmente, el representante británico expresó que, en
opinión de su Gobierno, los organismos emanados de las Naciones Unidas, Comité
Especial y Subcomité, no tenían autoridad para intervenir en este caso. De otro
modo, se violaría la aplicación universal del principio de la libre
determinación. Por lo tanto, este debate no tenía base ni en las resoluciones
que habían dado origen al Comité Especial ni en la Declaración sobre la
concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales.
El subcomité III elaboró un informe que fue aprobado
por unanimidad el 18 de septiembre y sus conclusiones y recomendaciones pasaron
al Comité Especial. Las mismas confirmaban que las disposiciones de la "Declaración sobre la concesión de la
independencia a los países y pueblos coloniales" eran aplicables al
territorio de las Islas Malvinas (el subrayado es nuestro). También tomaban
nota de la existencia de una disputa a raíz de la soberanía por las Islas entre
los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido. Por último, el informe
recomendaba al Comité Especial invitar a ambos Gobiernos a entablar
negociaciones, teniendo en cuenta las disposiciones y objetivos de la Carta de
las Naciones Unidas y de la Resolución 1514 (XV), los intereses de los habitantes
de las islas, y las opiniones expresadas en el curso del debate.
El informe del Subcomité III sobre las Islas Malvinas
fue examinado por el Comité Especial, aprobado sin objeciones y anexado a su
informe el 13 de noviembre de 1964.
El 17 de noviembre de 1965, la Comisión IV aprobó un
proyecto de resolución por 87 votos a favor y 13 abstenciones. En el mismo se
tomaba nota de la existencia de una disputa por las Islas entre la Argentina y
el Reino Unido, e invitaba a ambos gobiernos a proseguir las negociaciones
recomendadas por el Comité Especial. El 16 de diciembre de 1965 se votó el
proyecto de resolución basado en el informe de la IV Comisión. Por 94 votos a
favor, ninguno en contra, y 14 abstenciones, el proyecto se convirtió en la
Resolución 2065 (XX).
El
plebiscito en Gibraltar
En 1967 (tratando de manipular la Resolución No
1514 de 1960) los ingleses intentaron hacer en Gibraltar un referéndum para que
la población de esa colonia dijera si quería seguir siendo británica o
declararse independiente. Este intento fue bloqueado en la ONU, y los españoles
se opusieron firmemente.
La ONU rechazó el acto inglés en Gibraltar por
considerar que la población del Peñón no era originaria del lugar. Es decir
quedaron delineadas dos situaciones:
a) La de los países sometidos a la situación de
colonias con derecho a la autodeterminación, y
b) La de los países a los cuales se les cercenó una
parte de su territorio, y se lo convirtió en colonia, caso en el cual lo
preponderante es la restitución de la integridad nacional.
Esta resolución es muy importante porque la similitud
del caso Gibraltar con el de las Malvinas es clara. Y es de destacar que
recientemente, España reiteró que la población del Peñón no es parte del debate
por la devolución del mismo por Inglaterra. La misma argumentación que sostiene
Argentina respecto a los kelpers.
La ocupación colonial de Malvinas es un caso
paradigmático del segundo caso: un país (Argentina) al que se le cercenó una
parte de su territorio por medio de una ocupación colonial. Este cercenamiento
sólo puede resolverse por la restitución de la integridad territorial
argentina, devolviendo los territorios ocupados. La independencia kelper y su constitución en Estado Asociado a la Comunidad
Británica de la Naciones, no es justicia. Es mantener el cercenamiento
territorial, bajo otras formas.
La Resolución No 2065 de la ONU mencionada dice “respetando los intereses de los habitantes
de las Malvinas”. Dice intereses, lo que significa que hay que respetar su
situación económica, pero no su voluntad de soberanía para constituir un Estado
Independiente Asociado a la Comunidad Británica de las Naciones.
Pero ¿cómo interpretan los británicos la palabra intereses?
Los intereses, dicen, son materiales y morales, entre los morales están los
deseos, entre los deseos la decisión de si van a ser independientes o no.
Entonces, introducen a los kelpers en la discusión, en pie de igualdad con la
Argentina como tercera parte.
Hubo largos años de negociaciones sin ningún resultado.
Ocho años después de la Resolución No 2065, la ONU indicó (Resolución No
3160) estar “gravemente preocupada”
porque las negociaciones no progresaban, reconociendo “los continuos esfuerzos del gobierno argentino para facilitar el
proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de las
islas”.
Inglaterra, vuelve permanentemente a su táctica
descripta para no cesar con la ocupación colonial. Una prueba de ello son las
recientes declaraciones del Primer Ministro Británico David Cameron: “dado que las Falklands
(Malvinas) mantienen su interés en permanecer como un territorio soberano
británico, deben permanecer de esa manera, y no hay nada más que decir al
respecto”. El mismo sentido tienen las declaraciones que acusan de
“colonialismo” a Argentina “por no
respetar el derecho kelper a su autodeterminación”.
Como se ve son declaraciones expresas de continuación
de la ocupación colonial por parte de Inglaterra. Debe recordarse entonces, la
Resolución de las Naciones Unidas No 2621 (XXV) del 12 de octubre de
1970 que dice que la continuidad del
colonialismo en todas sus formas es un crimen que viola la Carta de las
Naciones Unidas, la declaración sobre la concesión de la independencia a
los pueblos coloniales y los principios del derecho internacional (Anexo II/6).
Esta caracterización de la ocupación colonial es absolutamente válida y
aplicable a la segunda usurpación colonial británica surgida de su guerra de
agresión contra la Argentina en 1982.
Esta larga explicación sirve para demostrar que la
argumentación de la autodeterminación kelper siempre estuvo presente en la posición británica
sobre Malvinas y demuestra que la declaración de los 17 “intelectuales” solo es
una mera repetición de esas propuestas británicas.
El “Estado Falklands”
El Derecho de autodeterminación para los isleños que
invocan los firmantes, es la clave para la existencia de un nuevo Estado, Falklands. Los británicos siempre trabajaron con esta
alternativa, la de constituir una “Estado” asociado a la Comunidad británica,
un Estado supuestamente “independiente” que enmascare el status colonial de los
territorios usurpados. De ahí su persistencia en reclamar el derecho de
autodeterminación para los kelpers y que ahora estos 17 firmantes reivindican.
Falklands y sus
dependencias (como las denominan los
británicos), incluye Malvinas, San Pedro, Santiago, mares adyacentes,
plataforma continental y proyección antártica (la totalidad del Sector
Antártico Argentino y la mayor parte del chileno): alrededor de cinco millones
de kilómetros cuadrados de territorio argentino y sus riquezas hidrocarburiferas, pesca, minerales, agua dulce, y
ubicación estratégica ruta Atlántico Sur – Pacifico Sur y ruta transpolar.
Desde estas posesiones, hemos señalado en numerosos documentos siguiendo los análisis
del Cnel. (R) Dn. Francisco Javier de Guernica, se
amenaza la propia integridad territorial de la Argentina. Lo que los firmantes
proponen es entregar al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte -bajo
el disfraz de derecho a la autodeterminación y el de un “nuevo Estado autónomo”
integrado a la Comunidad británica de naciones bajo el paraguas de la Unión
Europea-, un territorio superior a la propia Argentina continental y una
poderosa base de acción para la secesión territorial de nuestro país y de
Suramérica.
Europa siempre
consideró nuestros territorios usurpados como británicos. Así figuran en las
Comunidad Europea del Carbón y el Acero (1951), en su continuación la Comunidad
Económica Europea, y la actual Unión Europea cuyos
integrantes suscribieron el 13 de diciembre de 2007 el Tratado de Lisboa, en el
cual nuestros territorios usurpados, figuran como Territorios británicos de
Ultramar asociados a la Unión Europea. (2)
En favor de la
autodeterminación de los kelpers se sostiene que los isleños tienen una
“constitución” y también, independencia económica o autonomía financiera. Por
ello, según esta argumentación, en la cuestión Malvinas no hay dos partes, sino
tres: la Argentina, el Reino Unido y la llamada “autoridad política de los isleños”. Jorge Castro, analista argentino de
política internacional, sostiene esto. Lo que Jorge Castro llama “autoridad
política de los isleños” es en realidad el
gobernador de las Islas designado por Su Majestad la Reina de Inglaterra,
gobernador que está subordinado al delegado militar de la Reina, es decir, el
Jefe de la fuerza militar de ocupación (3). No existe independencia de parte de
los isleños en relación a la metrópoli colonial ni en lo político ni en lo
económico, etc. Sugerimos leer con atención “Sumarios
comentarios referentes a la llamada “constitución” de las usurpadas islas
Malvinas”, documento del Instituto de Estudios Nacionales del FPyP, 25 de febrero de 2012, en el que se analiza
minuciosamente el pretendido “texto constitucional” de las Falklands
(Malvinas).
Desdiciendo al propio Castro, los kelpers siempre se refieren a sí mismos como
británicos e integrantes del Reino Unido de Gran Bretaña. Es bueno recordar que
sólo alrededor de un tercio de la población de Malvinas es descendiente de los primeros
ocupantes trasplantados, el resto son funcionarios de la administración
colonial, provienen de otras colonias inglesas, o son trabajadores de países
latinoamericanos. Además, hay un civil por cada soldado inglés.
Sobre las negociaciones bilaterales
Dice el documento: “Es necesario poner fin hoy a la
contradictoria exigencia del gobierno argentino de abrir una negociación
bilateral que incluya el tema de la soberanía al mismo tiempo que se anuncia
que la soberanía argentina es innegociable, y ofrecer instancias de diálogo
real con los británicos y –en especial– con los malvinenses, con agenda abierta
y ámbito regional”.
Las llamadas negociaciones
bilaterales, mal o bien, datan de mucho tiempo atrás, por lo que no puede
hablarse de “apertura”, y es falaz que haya contradicción entre la negociación,
-por otra parte estipulada en resoluciones de los principales organismos
internacionales-, y la premisa que la soberanía es innegociable.
La soberanía argentina sobre las Islas es incuestionable, no está en
duda, y así consta en la Cláusula Transitoria de la Constitución.
Las negociaciones son para determinar, el cómo, el cuándo y en qué forma
se le va a restituir a la Argentina el ejerció pleno de su soberanía sobre esos
territorios.
Y así lo entendió el Comité
Jurídico Interamericano, (creado en 1906, e incorporado como órgano principal
de la OEA en 1948), cuando en su Declaración de Río de Janeiro del 16 de Enero
de 1976, declaraba en su punto 1° que: “la
República Argentina tiene incuestionable derecho de soberanía sobre las Islas
Malvinas, por lo que la cuestión fundamental a resolver es el procedimiento a
seguir para el reintegro de su territorio”.
Y también, en las
negociaciones Mc Loughlin / Steward,
de 1968, -y comunicado al Secretario General de las UN-, donde Gran Bretaña
aceptaría el traspaso no antes de 4 años, ni después de 10; acuerdo
lamentablemente trunco por la acción de lobbies de intereses en el Parlamento
británico, pero que también ha dejado la impronta jurídica de la admisión explícita
británica a los legítimos derechos argentinos.
Una referencia coincidente
con el párrafo anterior se halla en el artículo del catedrático Dr. Camilo Rodriguez Berrutti, “Presentación
Genuina de la autodeterminación, de cuestiones históricas y de legalidad
internacional, de principios y de espiritualidad”, Bs.As,
5-02-2012. Artículo que es de recomendar su lectura a los autores del
documento.
La explotación de los recursos
Dice el documento: La afirmación obsesiva del principio “Las
Malvinas son argentinas” y la ignorancia o desprecio del avasallamiento que
éste supone debilitan el reclamo justo y pacífico de retirada del Reino Unido y
su base militar, y hacen imposible avanzar hacia una gestión de los recursos
naturales negociada entre argentinos e isleños.” Este es uno de los nudos
de la cuestión. Avanzar hacia una gestión de los recursos naturales negociada entre
argentinos e isleños. Refuerza el principio del “paraguas de soberanía”
de los Acuerdos de Madrid 1989 / 1990 y del llamado “Tratado de Londres” que es
Ley de Garantía a la inversiones británicas.
La posición de los 17
firmantes es funcional a la política llevada a cabo bajo ese paraguas. Primero
hay que ponerlos a los habitantes de las Islas, como titulares de derecho en
una “disputa de soberanía” y luego “gestión de recursos naturales negociada con
ellos”. Es decir con la Corona imperial y colonial a través de los kelpers.
Este objetivo tampoco es nuevo. Fue durante la gestión de Martínez de Hoz que
los británicos impusieron su propuesta de posponer la discusión sobre la
soberanía para dar preeminencia a la colaboración para la explotación de los
recursos del Atlántico Sur. También durante esta gestión, los ingleses lograron
que la Argentina aceptara la presencia de los kelpers durante las reuniones del
Comité de Descolonización,
Las naciones y pueblos originarios
El Documento de los 17 firmantes toma como fundamento
la existencia de naciones originarias en nuestro territorio y en especial en la
Patagonia, equipara a los kelpers con los pueblos originarios y también con los
inmigrantes de fin del siglo XIX y principios del siglo XX quienes en contrario
de lo que consideran los suscriptores del documento analizado, siempre se
consideraron como integrantes de la Nación Argentina.
El documento muestra un muy pobre conocimiento y
comprensión de la historia de nuestro pueblo; hay una simplificación casi
estrafalaria del proceso de más de 300 años de lucha anticolonial que culminó
en Tumusla en abril de 1825. Y esta extrema
simplificación de la lucha independentista argentina y suramericana es la base
para menospreciar el largo proceso de conformación de nuestra nacionalidad.
Para el tratamiento de la cuestión de las naciones
originarias se debe ubicar el mundo real en el que vivimos, y en el que la
Argentina y las naciones de Suramérica y los pueblos y naciones originarios
forman parte del enrome contingente de naciones oprimidas por las potencias
mundiales. Por el contrario, el Reino Unido de Gran Bretaña forma parte del
reducido puñado de potencias expoliadoras.
Las naciones originarias de esta parte del continente
son parte de los pueblos expoliados y contingente fundamental de la lucha por
la verdadera y completa independencia. Como manifestó el My.
(R) Jorge Manuel Vizoso Posse
(héroe de la guerra por las Malvinas) en distintas oportunidades: “la cordillera de los Andes no debe ser
una divisoria de aguas sino la columna vertebral de una nueva y gloriosa
nación”. Los pueblos originarios y el pueblo argentino, necesitamos
sostener un común camino en la lucha por hacer realidad el sueño de los
patriotas americanos de ver una patria libre de todo dominio extranjero. Esa
patria libre podrá manifestarse en un nuevo sistema estatal, político,
económico, jurídico, multicultural, etc., que contenga a la inmensa mayoría de
la población, a la representación federal de las provincias y a las regiones
autónomas de las naciones y los pueblos originarios que emerjan en ese proceso.
Nada asemeja esta situación a la situación de los
isleños. Hasta hoy, el imperialismo ingles los ha utilizado como instrumento de
su usurpación. Son británicos trasplantados en 1833, y no constituyen un grupo
social originario y/o autóctono.
En cuanto al tratamiento
con los isleños, hemos sostenido en el
Foro Patriótico y Popular: “Desde el
punto de vista de las verdaderas necesidades y de los verdaderos intereses de
la Tierra del Fuego, la Patagonia argentina, la Nación Argentina y la unidad de
Suramérica, lo que corresponde es declarar a Malvinas como la provincia 24. Con
todos los derechos correspondientes a cualquier otra provincia de la Nación,
instaurando la correspondiente banca transitoriamente vacía en el Congreso de
la Nación. Garantizar esos derechos es atenerse a la decisión argentina de respetar
los intereses de los isleños, y acompañar esta decisión procediendo a la
expropiación de los bienes coloniales para entregarlos en propiedad a los
habitantes de las Islas para que estos desarrollen en unidad con la Nación una
solida economía regional; esto, será un importante elemento (podría ser
definitorio) en las negociaciones por la devolución de los archipiélagos al
ejercicio pleno de la soberanía argentina, brindando una opción que conjugue el
deseado final del quebrantamiento territorial con el precitado desarrollo.”
En suma, el documento Malvinas, una alternativa diferente, constituye uno de los
documentos más groseros en defensa de la ocupación colonialista británica de
los territorios de Malvinas, San Pedro, Santiago, mares adyacentes, plataforma
continental y Sector Antártico Argentino.
Es una falsificación de la historia argentina, una
falsificación de la Gesta de la reconquista patriótica de las Islas Malvinas y
de la Gesta de la defensa de la soberanía frente a la agresión colonialista británica.
Es un insulto a los 649 héroes de la Patria muertos en combate contra el
colonialismo ingles a quienes invoca para reproducir la argumentación histórica
de los colonialistas británicos.
Presentado como una elaboración progresista,
democrática y humanista, sus proposiciones y conclusiones manifiestan un
profundo bastardeo del Derecho de autodeterminación de los pueblos que luchan
por su libertad e independencia frente al colonialismo y el imperialismo. Como
dijimos en nuestra introducción: “Este documento expresa de manera minuciosa
la posición de los colonialistas ingleses. Más no podría pedir el
Gobierno colonialista imperialista británico”.
Notas
1) Firman: Emilio de Ipola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella,
Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Jorge Lanata, Gustavo Noriega, Marcos Novaro,
José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sábato, Daniel Sabsay, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli.
2) Declaración del Foro
Patriótico y Popular.
Sábado 19 de julio de 2008.
ANEXO
Los intereses soberanos argentinos y la vigencia de una
normativa europea
El (…) rechazo al Tratado de
Lisboa que el pueblo de la República de Irlanda efectuó en su referéndum, nos
lleva a realizar algunas puntualizaciones: (…) dicho Tratado, firmado por los
representantes de los Estados miembros del bloque europeo el 13 de diciembre
del 2007, fue la consecuencia de un proceso desencadenado en el año 2005,
cuando Holanda y Francia rechazaron el proyecto de Constitución de la Unión
Europea. (…) En aquél primigenio proyecto constitucional, nuestro interés
directo radicaba en su Título IV, “La
Asociación de los Países y Territorios de Ultramar”, donde desde su
artículo III-286 al III-291, se consignaba un régimen asociativo a la Unión
Europea, de Países y Territorios que aparecían enumerados en su llamado Anexo
II.
Entre dicha enumeración figuraban,
textualmente: “Islas Malvinas (Falkland)”, “Georgias del Sur e Islas
Sándwich del Sur” y “Territorio Antártico Británico”.
(…) La medida europea disfrazaba
el asunto como un tema de mera “promoción del desarrollo económico y social”,
y de “estrechar relaciones económicas” (…) La base de la medida databa
de mucho tiempo antes, más precisamente en ocasión de la adhesión del Reino
Unido al Tratado de Roma de 1957, sucedida el 22 de Enero de 1972, y recién
tomaba en nuestro país dimensión pública por el carácter constitucional del
documento proyectado.
(…) El tema de la mencionada
Asociación se ve repetido en el articulado del nuevo Tratado, el de Lisboa de
Diciembre 2007.
(…) La mencionada Asociación de
los Países y Territorios de Ultramar (los PTU) se halla regulada por la Decisión del Consejo de la Unión Europea
del 27 de Noviembre de 2001, actualmente en plena vigencia.
Es decir, si bien el proyecto de
Constitución, y luego su continuación, la “Constitución simplificada”, o sea el
Tratado de Lisboa, pusieron sobre el tapete del conocimiento del pueblo
argentino la susodicha Asociación, la vigencia de ésta sigue sus carriles
independientemente de la suerte corrida o que deviene a esos instrumentos.
Cabe mencionar que ejecutando
algunos de los lineamientos de la antedicha Decisión del Consejo, la UE asignó
en el año 2004 la suma de 3 millones de Euros al gobierno británico colonial
invasor que usurpa nuestras Islas y que quebranta nuestro territorio nacional.
Para un mayor análisis de esta normativa del Consejo de la Unión Europea ver
los dos documentos “La Constitución Europea y Relaciones Económicas”.
3) La Base militar de Mount Pleasant es la base militar
extranjera más importante en América del Sur. El Reino Unido de Gran Bretaña
tiene apostados allí 1.500 soldados, aviones ultramodernos, sistemas de misiles
de última generación, un destructor de tipo 45 "HMS Dauntless" de los más modernos y con enorme capacidad
de fuego y la presencia de un submarino nuclear.