Discurso pronunciado en el acto de unidad patriótica y popular
por
“Compatriotas:
La
sangre derramada por la libertad e independencia de nuestro suelo, es una
ofrenda gloriosa de hombres y mujeres de los que, en su mayoría, no conocemos
sus nombres. Miles la vertieron e inscribieron sus glorias en las mejores
páginas de la historia de nuestro pueblo.
Esa
sangre heroica nos reclama culminar el sueño y la obra de los héroes
fundadores.
Es
la herencia de Tupac Amaru,
de Suipacha, Huaqui, ambas
Piedras, Tucumán y Salta, Vilcapugio, Ayohuma, Chacabuco, Maipú, de las
insurrecciones altoperuanas y de todos los heroicos
combates que marcaron el camino de nuestra emancipación.
Esa
sangre es símbolo y bandera.
La
sangre derramada en Malvinas también es ofrenda gloriosa: también es símbolo y
bandera.
Sangre
de hijo, de hermano, de esposo, de amigo. Sangre de soldado, de suboficial, de
oficiales y civiles voluntarios.
Sangre
del pueblo que en la turba malvinera reclama por el reencuentro definitivo.
Puente poderoso entre esta porción de nuestra patria y aquella que debe ser
recuperada. ¡Hermanita perdida! ¡Volverás a casa!
Esto
debe saber el usurpador: la sangre vertida en Malvinas no puede ser lavada, ni
es moneda de cambio de los que hoy se sientan a la mesa de los poderosos y
pretenden mercadear para su beneficio la dignidad de la patria.
Aquí
vigilan expectantes 649 héroes. Ellos nos convocan a no claudicar y mantener
nuestra voluntad de lucha. El pueblo argentino no se ha rendido: Nunca el
usurpador ejercerá su robo colonial tranquilamente. ¡Jamás!
Venimos
ante este Cenotafio como hemos hecho otros 2 de abril en años anteriores; y
aunque el dolor es mucho y es grande, no venimos a llorar. Venimos a ratificar
la voluntad inquebrantable del pueblo argentino de hacer realidad el mandato de
julio de 1816: una patria libre de todo dominio extranjero. Ni amo viejo, ni
amo nuevo ¡ningún amo! será la realidad que disfrutarán las generaciones que
nos sucederán.
Cuando
las fuerzas nos abandonen o la muerte venga a poner fin a nuestra existencia,
vendrán aquí nuestros hijos y luego los suyos. Mientras haya un solo argentino
dispuesto a continuar la lucha por la soberanía, la victoria estará de nuestro
lado y la derrota será el destino del usurpador. Esta es una ley de la
historia: cualquier pueblo dispuesto a luchar por su soberanía, tiene la
victoria por horizonte.
Los
argentinos recuperaremos los territorios usurpados en el momento y del modo que
sea conveniente a los intereses de
Amigos,
amigas, ¡compatriotas!
Como
dijo el padre de
Este
debe ser nuestro espíritu. Que así sea.
¡Viva
la recuperación patriótica de las Islas Malvinas!
¡Vivan
los héroes de la guerra de Malvinas!
¡Viva