Acto conmemorativo 202º Aniversario de
1806 – 12 de agosto - 2008
Discurso
Dr. Horacio Micucci
Estamos aquí no sólo para conmemorar la
gloriosa Reconquista de Buenos Aires, ante la primera invasión inglesa.
Lo hacemos
para aprender de aquel proceso que se inició en 1806, continuó con
¿La segunda y definitiva
independencia, el anhelo de los padres fundadores de ver nuestra patria libre
de todo dominio extranjero, es posible? ¿o sólo nos queda el camino de subordinarnos
ante los poderosos del mundo?.
En los ámbitos oficiales de la
política, la economía, la diplomacia, etc., se contrapone al camino de la
emancipación nacional, la voluntad de ser "previsibles" ante los
poderosos del planeta. De ahí que, lejos de satisfacer las necesidades y
anhelos de los ciudadanos que pueblan esta Nación, se procure cumplir con los
dictados de esos poderosos.
Frente acciones que comprometen
directamente la integridad de nuestro país, como es la pretensión
británica de usurpar más de 3 millones de Km2, no aparece, de
parte de quienes tienen hoy a su cargo la conducción de los destinos de
Por el contrario, sus actos y sus palabras
revelan una actitud por debajo de los intereses en juego, y parecen dar
testimonio de la carencia de su voluntad de defender lo que nos pertenece
a todos los habitantes de nuestra Patria.
Se muestran débiles, conciliadores,
"desganados" o “distraídos” frente a la ocupación británica de
nuestras Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y, también, ante la
exigencia de defender nuestras
Quienes tienen la más alta
responsabilidad en velar por los intereses de
Por eso hoy tenemos que aprender de la
gesta que va de
En
primer lugar, porque debemos aprender de
nuestras propias experiencias. Porque ese proceso fue el camino de nuestra
constitución como república. Porque hubo allí una confluencia del movimiento
patriótico-nacional con el movimiento democrático-popular. Y cada vez que en
nuestra historia confluyeron esos movimientos se abrió un camino venturoso para
Argentina y, a la inversa, cuando esos movimientos se separaron y aún
enfrentaron (instigados por las potencias de cada época) se abrió el camino de
la entrega y la sumisión nacional.
En
segundo lugar, porque las luchas para defender
nuestras tierras, nuestros mares y nuestro espacio aéreo las vamos a desplegar
aquí, y lo que aquí ocurrió en el pasado nos deja enseñanzas para el futuro.
Debemos aprender de la experiencia de
En
tercer lugar, debemos aprender de ese pasado,
porque
Y ¿qué
lecciones podemos extraer de los hechos que conmemoramos?
En
Es cierto
que había distintos intereses entre los que luchaban contra el invasor. Había
españolistas que querían conservar estas colonias. Había bonapartistas que
querían que estas colonias siguieran siendo tales para la corona española que
detentaba un hermano de Bonaparte. Pero también había patriotas que aspiraban a
En
efecto, había distintos componentes en la fuerza anti inglesa.
El inglés
Ferns, reconoce que el primer componente era la caballería
gaucha, cuyos jefes eran llamados cabecillas tanto por Liniers como por los
británicos. Su formación irregular no podía enfrentar un combate formal a la
usanza de la época pero era invencible en la inmensidad de la pampa, en donde
hacía imposible toda penetración al interior y era capaz de cortar toda línea
de suministros.
El segundo
componente era el integrado por militares de distinto grado que tenían
voluntad de enfrentar al agresor.
Y el tercer
componente era una naciente organización creada en pleno centro de
Buenos Aires. Eran hombres del pueblo, criollos y españoles, con deseo de lavar
la humillación sufrida.
Estos tres componentes se conjugaron para
derrotar al inglés. Y lo que los unió fue el espíritu de no dejarse vencer, de
no dejarse dominar.
Una y otra vez, en Buenos Aires en 1806 y
1807 y en el mundo de hoy, se demuestra que cuando un pueblo es capaz de unirse
y armarse contra el invasor, puede vencer.
Y así se
conformó una fuerza armada que volvió a derrotar a los ingleses al año
siguiente. Y en lo que fue de
En ese mismo camino de la unidad patriótica
y popular, de pueblo y militares profesionales patriotas, se constituyó el Ejército
de los Andes. Con uniformes tejidos en los telares puntanos (de ese San Luis
que entregó lo único que tenía: sus telares y sus hombres), con cañones obra de
Fray Luis Beltrán, con pólvora hecha bajo la dirección del Ingeniero Álvarez
Condarco. Nació así la primer industria para la defensa que debemos reavivar
ahora en una más amplia y reactivada Fabricaciones Militares, Navales y
Aeronáuticas con un criterio de Defensa Nacional Popular Integral, para ocupar
y defender nuestros cielos, nuestros mares y nuestra tierra y sus mujeres y
hombres.
Derrotados,
los ingleses eligieron el camino que después repetirían otros imperialismos:
encaramarse a través de empleados, testaferros y cipayos para hacer de
Vaya si tenemos que
aprender de la gesta independentista en estos días presentes.
Hay reservas
patrióticas y populares para lograr nuestra completa independencia, en una
Patria que satisfaga las necesidades del pueblo
La disyuntiva es clara: o tomamos el camino
de una Argentina Independiente de toda dominación extranjera o nos hundiremos
más en la dependencia con el consiguiente sufrimiento del pueblo.
Nosotros, por nuestra parte, estamos
dispuestos a cumplir con aquella orden que nos llega desde la noche de los
tiempos, transportada bajo las camisas sudorosas de los luchadores populares a
través de las líneas enemigas:
“La guerra se la tenemos que hacer del
modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos
tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la
bayetilla que nos trabajen nuestras mujeres y sino andaremos en pelota como
nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada.
Compañeros juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente
libre o morir con ellas como hombres de coraje”.
General Don José de San Martín. Orden
General al Ejército de Los Andes 27 de julio de 1819.
Que así sea.
Discurso Dr. Julio Carlos González
Hoy se rememoran dos años adicionales al Bicentenario
de
Fue esta la primera reconquista de un plan de conquista
permanente que Gran bretaña planificó hace tres siglos para toda
Hispanoamérica. Y este plan británico, no obstante las proezas y martirios
argentinos del 12 de agosto de 1806 y del 2 de abril de 1982, sigue siendo
permanente y su ejecución, por los procedimientos más diversos, se mantienen
inalterables. En tal sentido en este año se han producido dos actividades
que lo acreditan:
* La primera de ellas se halla publicada en el matutino
“En este aspecto Clarín, el año pasado, debutó con su
oferta pública de acciones (en la bolsa de Londres) y reunión 529 millones de
dólares correspondiendo un 80% a inversores no argentinos.”
“Esto demuestra, finaliza el representante de
Esto es extremadamente grave: demuestra de manera
fidedigna la anglicanización del capital argentino y la incidencia
británica en el condicionamiento de los medios periodísticos de nuestro país.
* El segundo acto que exhibe la permanencia del plan de
conquista permanente e inalterable de conquista de nuestro país por Gran
Bretaña se halla registrado en la obra de teatro “Whitelocke” que se
halla en exhibición en el Teatro Nacional Cervantes.
En la misma, Whitelocke, el Teniente General inglés que
sufrió la terrible derrota en la batalla de
Yo no pondría a la vista ningún uniforme rojo.
Descargaría toda la responsabilidad en el espionaje y en las distintas
vertientes de la logia.
Luego sería el turno de los diplomáticos para,
finalmente, dejar abierta una entrada triunfal a la gente del comercio. Si yo
fuera Londres, apoyaría, alentaría y financiaría distintos juegos de
insurrección continental.
Los encendería y los alimentaría, sí, pero desde la
sombra.
Que mi rostro no fuese visto, que mi mano marcara las
pinceladas más finas.
Yo escribiría en un papel la historia de aquellas
tierras, historia que luego me encargará de poner en escena.
Yo inventaría países. Permitiría que jugaran de
su autonomía (o independencia), que crearan sus banderas y sus prohombres, que
se creyesen dueños de sus destinos. Pero elegiría sus reyes o sus gobernantes,
y pagaría sus sueldos de mis propias cajas.
La manera más efectiva de mantener a un hombre como
esclavo es hacerle creer que es libre.
Sostendría así esos territorios salvajes en mi puño
hasta el fin de los tiempos, fomentando incluso guerras entre ellos para que
fueran cristalizando identidades (siempre
rivales, agregamos nosotros).
Así, ¿Quién podría separarme de la tierra conquistada?
¿Ante quién debería rendir mi espada en algún futuro
día?
Permanecería yo en todas partes y en ninguna.
Procedería como el viento que doblega los árboles aún siendo invisible.”
Ciudadanas y ciudadanos: tal es el párrafo final de la
obra “Whitelocke, un general inglés”, de Cristian Krämer y Jorge
Castelli que se está exhibiendo en el Teatro Nacional Cervantes.
En esta conmemoración del Día de
Dios nos alumbre para que así sea.
Discurso
Contralmirante (R) Carlos Büsser (VGM)