Comisión Nacional por la Conmemoración del Bicentenario de la Reconquista (12 de agosto de 2006) y de la Defensa de Buenos Aires (5 de julio de 2007)

Convocatoria

 

Comisión Nacional Por la Conmemoración del Bicentenario

de la Reconquista (12 de agosto de 2006)

y de la Defensa de Buenos Aires (5 de Julio de 2007)

 

Bartolomé Mitre 1620, Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Tel.:4374-8888

Correo electrónico: reconquistadebuenosaires@yahoo.com.ar

 

Los argentinos nos preparamos a conmemorar uno de los acontecimientos históricos que modelaron nuestra historia como nación y como pueblo: el bicentenario de la Reconquista de Buenos Aires, una fecha que obliga a una profunda reflexión sobre aquel pasado, sobre sus éxitos y fracasos, que permita al pueblo avanzar en el camino para reconquistar esta patria empobrecida por las políticas de distintos gobiernos gerenciales.

La Reconquista de Buenos Aires, fue un hecho fundamental de nuestra historia patria, cuya trascendencia impregnó los acontecimientos que se sucederían hasta la caída del régimen colonial en 1810. Pueblo en armas para enfrentar el poderío de una de las grandes potencias mundiales de entonces: Gran Bretaña.

Protagonistas de entonces lo describieron con pluma brillante: las organizaciones de patriotas que ya preparaban la revolución contra la colonia y los oficiales dispersos de los Ejércitos de Tierra y Mar, se unieron al pueblo en armas y conformaron un ejército ciudadano que combatió y derrotó al invasor. A partir de aquellos acontecimientos, nada volvería a ser igual en estas tierras.

La expedición conquistadora se hallaba el 10 de junio de 1806 en las costas del Río de la Plata. Hubo un lance o simulacro de desembarco en la actual Ensenada, pero los británicos se replegaron y en la mañana del 25 de junio lo hicieron en Quilmes. Beresford desplegó sus tropas —entre 1.600 y 1.800 hombres—, las que avanzaron casi sin encontrar resistencia. A su mando se dirigió desde Quilmes hasta las orillas sur del Riachuelo y desde allí prepararon el asalto final.

El 27 de junio de 1806, una columna inglesa de algo más de 1.500 hombres entró triunfante por las calles de Buenos Aires a tambor batiente y banderas desplegadas, tomando posesión de la ciudad casi sin combatir: sus jefes políticos y militares se rindieron vergonzosamente y entregaron la ciudad sin siquiera sonrojarse. Fueron los mismos que luego juraron fidelidad a Su Majestad Británica: los viejos funcionarios del régimen demostraban que su descomposición no reconocía lealtades.

Los hombres que conformaban lo que Belgrano llamó el “partido de la revolución”, apoyándose en el sentimiento de humillación que vivía el pueblo por la entrega de la ciudad de parte de sus gobernantes, comenzaron a crear las nuevas fuerzas militares en silencio. Poco tiempo pasó para que ya los primeros quinientos hombres estuvieran organizados en grupos, con sus distintivos y alistando las armas. La impaciencia del pueblo de Buenos Aires, en la ciudad y en sus alrededores, elevó el número de combatientes a más de 2.000: sobraba corazón, sobraba amor a la patria.

En los primeros días de agosto ese nuevo ejército miliciano libró el combate de Perdriel. La derrota de las armas patriotas, sin mayores consecuencias militares, no produjo un efecto desmoralizador. Por el contrario, las nacientes fuerzas militares cruzaron fuego por primera vez con los conquistadores. El combate hizo crecer el entusiasmo y la batalla tuvo el efecto de una proclama: ¡A las armas! La acción estimuló también a otras fuerzas enemigas de los ingleses.

Liniers desembarcó proveniente de la Banda Oriental con algo más de 1.000 hombres, también en su mayoría voluntarios, e inmediatamente recibió el refuerzo de 500 voluntarios más. El 10 de agosto de 1806 las tropas reconquistadoras estaban a las puertas de la ciudad, acampando en Los Corrales de Miserere, hoy Plaza Once.

El 11 de agosto las tropas ocuparon la Plaza del Retiro; la reconquista tuvo allí un momento de inflexión: la lucha se generalizó, los enfrentamientos armados se sucedieron en forma ininterrumpida. El pueblo se volcó masivamente al combate, más de 4.000 los hombres, mujeres, niños, ancianos acorralaron al conquistador: las nuevas fuerzas armadas se estaban forjando en medio de la batalla.

Beresford intentó negociar su situación con Liniers, pero los ingleses fueron arrollados por el coraje miliciano y se encontraron envueltos en el fuego patriota: debieron abandonar la Catedral, los altos del Cabildo, todas las posiciones defensivas y fueron obligados a encerrarse en el Fuerte.

Los conquistadores intentaron una última negociación: el pueblo amenazó con tomar por asalto la fortaleza y pasar por las armas a sus ocupantes. Derrotados, tropas y jefes invasores se rindieron ante el pueblo de Buenos Aires. Aquella batalla quedaría plasmada en la canción patria cuando dice: “Se levanta en la faz de la tierra / Una nueva y gloriosa Nación: / Coronada su sien de laureles / Y a sus plantas rendido un León”. Ese león, al que hace referencia nuestro himno, es el león británico.

Dos siglos atrás en 1806 se reconquistó la ciudad de Buenos Aires  expulsando al conquistador que era Gran Bretaña: la principal potencia naval, militar, económica y financiera del siglo XIX. Hoy, en el siglo XXI, tenemos el deber vital de reconquistar toda la República Argentina de la conquista bestial que se ha consumado en los últimos treinta años, sobre nuestra tierra, nuestros mares y nuestro cielo.

Los abajo firmantes, hombres y mujeres de todo el país, creemos que ese ejemplo que nos dio el pueblo argentino y los patriotas que luego serían protagonistas de la lucha emancipadora, no solo merece ser recordado sino que se constituye en ejemplo para los tiempos actuales, en la lucha por la reconquista definitiva de la patria.